jueves, 16 de agosto de 2012

Los Hell-Fire Clubs del siglo XVIII y la Francmasonería. Parte I.


Próxima entrada de La Imprenta de Benjamín, el domingo 26 de agosto. 


Grabado de William Hogarth ( miembro del club)

Existió una relación nítida de amor-odio entre la francmasonería y la plétora de clubes Hell-Fire que surgieron en las Islas Británicas en el siglo XVIII. 

Los Hell-Fire Clubs eran una extrapolación teatral y pseudo satánica de los clubes frecuentados por jóvenes de la aristocracia que se involucraban en frecuentes y violentas bromas asesinas contra víctimas infortunadas y total impunidad debida a su posición económica y rango social.

Bebida y prostitución eran las actividades corrientes en esos clubes y los Hell-Fire llevaron al libertinaje un paso mas allá agregando misas negras y otros ritos satánicos a su repertorio de depravaciones.
El contexto, durante el siglo XVII, en que se formaron los clubes es el mismo que vió la creación y surgimiento de la primera Gran Logia, órgano de coordinación a cuya sombra creció dramáticamente el número de logias masónicas, con lo que no debe sorprender que existiera pertenencia de miembros a las dos organizaciones a la vez.

Los clubes Hell-Fire tomaron su nombre genérico del primero en su tipo que fue fundado en 1719 por dos prominentes francmasones: el Duque de Wharton y el Conde de Lichtfield, que se reunía al principio en la Greyhound Tavern de Londres y mas adelante en otro sitio similar para bebedores, George and Vulture ( George y el buitre).
Otro francmasón y amigo íntimo de  Wharton, el Conde de Rosse, facilitó la instalación del Dublín Hell- Fire Club. A su tiempo, Rosse llegó a ocupar el cargo de Gran Maestre de los masones de Irlanda.
En 1722, el gobierno y la Gran Logia condenaron las actividades del Hell-Fire Club y otros similares, por sus acciones de perturbación, con lo que fue disuelto.
Sin embargo, a pesar de su conocida relación con el club, Wharton se aseguró la elección como Gran Maestre de la Gran Logia de Inglaterra y permaneció en ese puesto desde 1722 hasta 1723.
La administración de Wharton fue mediocre y se ganó la reputación de pasividad. Su interés por la francmasonería  continuó por varios años y su contribución mas importante fue quizás en 1728 con el establecimiento de una logia en Madrid. En ese mismo año Wharton, que evidentemente pasaba mucho de su tiempo en el continente llegó a ser el primer Gran Maestre de la francmasonería de Francia.

La relación de Wharton con la francmasonería parece haber sido alternativamente fría y cálida. Antes de convertirse en un “ misionero” masón  en España, Wharton con toda seguridad había o bien fundado o al menos ser miembro de una fraternidad rival conocida como la de los “ Gorgomons”.
Los Gorgomons eran abiertamente antimasónicos, parodiando a la masonería en sus actividades. Así como los francmasones tenían su leyenda, los Gorgomons pretendían haber sido fundados por el emperador de la China, aunque con toda probabilidad fueron creados en 1724.
Los francmasones que se unían a los Gorgomons debían quemar su mandil y los guantes inmediatamente antes de su iniciación Gorgomon. Los periódicos de la época reportaron que varios conocidos francmasones, entre ellos el propio Wharton, habían pasado por ese proceso.
Los Gorgomons se reunían en la Castle Tavern de Fleet Street, Londres, y decían contar al zar de Rusia entre sus iniciados, pero a pesar de la propaganda parecen haber sido poco mas que una broma antimasónica.

Así se estableció una suerte de patrón para los miembros de los clubes Hell-Fire ridiculizando a la francmasonería.
La relación amor –odio de Wharton para con ella no parece haberle perjudicado demasiado en los círculos de poder, puesto que en 1741 se convirtió en Caballero de la Orden de la Jarretera.

Los clubes Hell-Fire vivieron un resurgimiento.

El que mas conocemos es el llamado de la Orden de San Francisco ( St. Francis), por el nombre de su fundador  Sir Francis Dashwood, miembro del Parlamento y francmasón.
Dashwood, junto a otros once, llamados colectivamente los Doce profanos,  fundaron el club para mediados de 1740 y comenzó su actividad en 1750 en una abadia cisterciense abandonada, en Medmenham junto al rio Támesis.
Las reuniones se iniciaban con una parodia de misa negra y finalizaban con orgias, al tiempo que otra variedad de dudosos entretenimientos en el medio.
Estos franciscanos de Dashwood habían reclutado a muchos miembros del establishment, incluyendo algunos ministros, canciller de hacienda e integrantes del Parlamento.
Al lado de Dashwood, entre quienes tenían membresía en la francmasonería, se contaban el político John Wilkes que tanta influencia tuvo en la independencia de las colonias americanas, su amigo Benjamín Franklin, el Caballero D´Eon y el grabador y artista William Hogarth.

El intrigante, espia y cortesano caballero D´Eon, era un andrógino que provocaba no poca curiosidad en Inglaterra y Francia.
D´Eón explotaba su reputación y como resultado podía moverse entre la alta aristocracia.
Este, sin embargo, era un juego peligroso, pues tal fue la curiosidad por saber cual era su naturaleza que enormes sumas de dinero eran apostadas, al punto que temiendo ser secuestrado por quienes desearían acabar con el juego, solicitó y obtuvo la protección del Gran Maestre de los masones de Inglaterra, Lord Ferrer, que ocupó ese puesto desde 1762 a 1764.
D´Eón realmente era un francmasón miembro de la logia francesa L´inmortalite de L´Ordre, y su afiliación a la sociedad de St. Francis parece haber sido marginal, pero como alguien que se burlaba de las convenciones sexuales, simplemente por ser quien era, siempre debe de haber sido un invitado bienvenido a las reuniones del Club.

Uno de los miembros menos privilegiados de la Orden de St. Francis fue Paul Whitehead, escritor satírico. En colaboración con Henry Carey ( virtualmente desconocido hoy aunque fue quien escribio la letra del himno nacional), Wnitehead organizó una procesión de mendigos y prostitutas, todos vistiendo insignias masónicas y siguiendo las mismas calles por las que desfilaría una auténtica procesión masónica e inmediatamente antes que ella.
El efecto que produjo esta procesión fue exactamente el buscado por Whitehead y Carey, cubriendo de ridículo a la Fraternidad en los medios, parodiando una procesión con los “ scalds and miserables masons” ( masones miserables y arruinados).
En los años siguientes se organizaron bromas de tenor semejante con resultados que pueden percibirse aún hoy día. En 1747, después de soportar años de escarnio, la Gran Logia decretó que ninguno de sus miembros podría desfilar sin autorización en público vistiendo la regalía masónica.
Irónicamente, esta medida protegió a la Fraternidad del ridículo pero solo sirvió para ocultarla tras las puertas de las logias desatando especulaciones aún mas negativas acerca de lo que realmente ocurría en su mundo secreto.
Un artículo publicado por la Gran Logia Unida de Inglaterra en ocasión de su 250th aniversario ( 1717-1967), explicaba a través de la transcripción de las Constituciones de 1784:
“…la explicación para esta prudente reglamentación fue que algunos hermanos infieles, descontentos en su expectativa de lograr altos  cargos y honores en la sociedad, se unieron a un cierto número de bufones de la época en un intento de exhibir una parodia de la procesión en ocasión de una Gran Fiesta…”
Esto podría implicar perfectamente que Whitehead hubiera sido también un francmasón, pues si hubiese sido uno de los descontentos en sus expectativas de un alto cargo dentro de la francmasonería, no le hubiese inquietado lo que sucedía dentro de la Orden de St. Francis.
Lo cierto es que, a pesar de la presencia de muchos francmasones en su orden, Daswhwood y sus asociados, aprobaron de todo corazón la broma de Whitehead invitándole a unirse a ellos y mas aún en poco tiempo se convirtió en su Secretario.
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